El Capitán América y la Lección de Thanos
En una galaxia muy lejana, Thanos había reunido todas las Gemas del Infinito. Se sentía poderoso, pero también solo. “¡Con este guante, puedo tener todo para mí! ¿Por qué necesitaría a alguien más?”, decía mientras miraba las estrellas.
Un día, el Capitán América llegó con su escudo brillante. “Thanos, tenerlo todo no tiene sentido si no tienes con quién compartirlo”, dijo con calma.
“¡No necesito compartir! Todo esto es mío”, respondió Thanos, cruzando los brazos.
El Capitán América pensó un momento. “Vamos a hacer algo divertido. Usa las gemas para crear un pastel gigante. El mejor de toda la galaxia”.
Thanos, intrigado, chasqueó los dedos y apareció un pastel enorme, lleno de colores y sabores. “Ahora es mío, y no pienso compartirlo”, gruñó Thanos.
De repente, unos niños alienígenas aparecieron cerca, mirándolo con curiosidad. “Qué pastel tan bonito”, dijeron, pero no se atrevieron a acercarse.
Thanos se quedó mirando a los niños. Algo en sus ojos le hizo recordar cómo era cuando no tenía amigos. Con un suspiro, cortó una rebanada y la ofreció. Los niños rieron y compartieron el pastel juntos, incluido Thanos.
Al final, Thanos se sintió más feliz que nunca. “Tal vez compartir no es tan malo”, dijo sonriendo.
El Capitán América le dio una palmada en el hombro. “El verdadero poder, Thanos, está en la amistad”.
Desde entonces, Thanos usó las gemas para ayudar y compartir con otros, convirtiéndose en un héroe inesperado.